A protestar a la Gran Vía o el absurdo del cotidiano

Por David J. Rocha Cortez

David J. Rocha Cortez

El Festival de Teatro Hispanosalvadoreño se ha convertido en un espacio constante en la vida teatral de San Salvador y algunos territorios del país. En esta quinta edición la cartelera ha incluido presentaciones de espectáculos y espacios de formación a cargo de artistas nacionales e internacionales. Las presentaciones, durante tres fines de semana de octubre, tuvieron como sede la Gran Sala del Teatro Nacional de San Salvador. Este festival ha venido a fortalecer los lazos culturales entre El Salvador y España desde el arte teatral.

El primer fin de semana del festival pudimos asistir a la reposición del espectáculo A protestar a la Gran Vía, llevado a escena por el grupo salvadoreño Teatro Célula, dirigido por Rubidia Contreras. El texto es del español Alfonso Mendiguchía propone una historia que entra en el canon del teatro del absurdo y a partir de ahí se detonan una serie de sketch o historias breves que suponen una radiografía cómica de la gente. Así es, estamos hablando de una propuesta textual que pone en ridículo la cotidianeidad de las personas, de las relaciones humanas, de los escenarios laborales, de los mundos políticos, etc. Y en este caso, los elementos cómicos nos llevan a una profundidad seria que desenfoca la realidad cotidiana para develar puntos críticos. El texto sostiene: “Pensar una cosa, decir otra y hacer la contraria es un ejercicio de equilibrismo mental al alcance de pocos. Hay quien lo consigue, al resto siempre le queda ir a protestar a la Gran Vía”.

El teatro del absurdo tiene su origen en la pos-vanguardia europea y como propuesta estética teatral el término es acuñado en los años 60. El canon absurdo nos mueve entre la propuesta dramatúrgica y la escenificación. En este sentido, los lenguajes que forman parte de la puesta escena oscilan por las ambigüedades, los no dichos, por mostrarnos el sinsentido de la condición humana, se potencia la situación y los personajes están en contradicción con la tradición psicologista. Es un teatro que rompe con la tradición europea del teatro realista.

Muchos de estos elementos son retomados en la puesta en escena dirigida por Contreras quien nos propone un espectáculo sin mayores pretensiones técnicas, ni visuales. No hay un derroche de artilugios teatrales, más bien hay una economía de recursos que centran el trabajo en el actor y la actriz que dan vida a todos los personajes. En escena los actores cuentan con un diseño de luces sencillo, algunos elementos de vestuario y dos sillas altas que son los recursos sustanciales de todo el espectáculo. Además, en algunos momentos se hace uso de elementos audiovisuales que no consiguen estar cohesionados dentro del espectáculo. Hay un claro acento en los resortes cómicos del texto que nos develan esa raíz del absurdo que entronca con la comedia más profunda a partir de las tragedias del ser humano. Estos elementos cómicos serán la estructura principal del espectáculo y atravesarán todos los elementos de la escena. El espectáculo tiene una estructura externa clara que va siendo marcada por una voz en off que da pie a las transiciones entre escena y escena. Esto produce una suerte de distanciamiento que nos ubica entre el registro teatral y el de talk show.

Brenda Ramírez y Ale Mássimo son los intérpretes que dan vida a todos los personajes que vamos viendo sobre el escenario. Son poco más de 10 personajes que siempre interactúan a dúo. Esto Constituye una difícil labor para los actores quienes despliegan sus posibilidades técnicas tanto a nivel de la voz, el cuerpo y la cohesión con los elementos visuales como la luz y el vestuario. Esta dificultad interpretativa tiene ciertos quiebres dentro de la obra que son reparados con los guiños a lo absurdo y la ridiculización. Ramírez y Mássimo dejan muchos movimientos no acabados y en algunos momentos de la obra se nota la falta de rigor al enfrentar la obra desde la fisicalidad, además no pretenden acentuar grandes diferencias entre unos personajes y otros solo les son suficientes cambios de vestuario y algún pequeño, pequeñísimo giro en la voz. Sin embargo, ambos asumen sus roles desde la naturalidad y sin mayores giros experimentales. La obra está hecha para reír y ellos lo saben muy bien. Todos sus recursos están dispuestos para esta finalidad y lo logran. El ritmo de las escenas sobresale como un elemento fundamental. La pareja de actores juega muy bien con el tiempo de la comedia, con el discurso desde la palabra y el espectáculo fluye sin mayor aburrimiento. Nos interesan todos los personajes y las historias que van contando sobre el escenario.

A protestar en la Gran Vía es un espectáculo que nos invita a reírnos de nosotros mismos y de ese fenómeno cultural llamado: la gente. Acudimos a una puesta en escena que espectaculariza el cotidiano. En el escenario se maximizan acciones del día a día que llegan al límite del ridículo, de lo absurdo, al desborde hilarante de la risa con un sentido políticosutil, apenas dibujado. La obra está hecha en un formato para lo íntimo, para el espacio más cercano y reducido por lo que la Gran Sala del Teatro Nacional no fue el espacio más idóneo para que el espectáculo brillara con luz propia. Quedaría preguntarnos ¿desde dónde esta puesta en escena está dialogando con la audiencia salvadoreña?, ¿desde la idea de un teatro para divertir y entretener?, ¿desde la perspectiva de la crítica social a través de la risa?, ¿desde la construcción de puentes entre poéticas teatrales locales y europeas? Habría que seguirle la pista al espectáculo en las diferentes salas del país para ir comprendiendo desde dónde se enuncia el espectáculo. No obstante, el ritmo de la puesta en escena y los resortes cómicos fueron elementos que construyeron el diálogo exacto con los espectadores que acudimos a la cita de inauguración del V Festival de Teatro Hispanosalvadoreño.

El CCESV/lab es un espacio virtual de pensamiento, creación e innovación del Centro Cultural de España en El Salvador.

Este espacio nace como una extensión natural de nuestro trabajo de promoción y fortalecimiento de la cultura y está concebido como un espacio de encuentro, diálogo y debate, para fortalecer la investigación, el análisis y el pensamiento crítico.

El CCEVS/lab se plantea como un lugar de creación de redes y de nodos de encuentro entre los agentes culturales de El Salvador, España e Iberoamérica, siempre para posicionar la Cultura, en su dimensión vinculada al desarrollo, como un aspecto esencial y un bien común necesario de nuestra sociedad para poder imaginar y proyectar un mundo futuro más justo, igualitario y sostenible.

Web hecha con ♥ por Nodo Común

El Centro Cultural de España en El Salvador (CCESV) abre sus puertas al público en 1998. Desde entonces se ha convertido en uno de los referentes de la cultura, del arte, del desarrollo y la libertad de expresión en San Salvador. Es, además, un importante agente cultural para el intercambio y el diálogo a nivel centroamericano e iberoamericano, ofreciendo alternativas para luchar contra las desigualdades y a favor de la identidad, la memoria y la diversidad.

Desde 2001 se buscó la descentralización de actividades, efectuando exposiciones, conciertos y teatro en otras ciudades del país. Ese mismo año se realizó la ampliación del Centro con obras de adecuación y construcción de una segunda planta.

Situado en la Colonia San Benito en San Salvador, el CCESV dispone de un espacio de una sala multiusos para exposiciones y actividades, una radio on line y una mediateca; además de un patio exterior para actividades al aire libre.