En mis fotografías se revelan diferentes dimensiones del cotidiano y la naturaleza circundante. El encierro me permitió entregarme por completo al proceso de descubrimiento y composición. Esperar cierta hora, buscar buena luz, probar, ubicar y reubicar, tantas veces como fuese necesario.
Los pequeños avatares sirven como detonantes: nos permiten proyectarnos mentalmente en otras escalas. Las escenas capturan la práctica de apreciación artística, casi Museística.
Los avatares disfrutan una estética oculta que se abre ante ellos: amplios miradores, bosques, urbes pos apocalípticas… representaciones de la incertidumbre en las que se espera que pronto suceda algo, algo que quizá ya está sucediendo.
El tiempo no ha cambiado, nos ha cambiado.
German Hernández.














